viernes, agosto 05, 2005

Un Administrador Tributario DEBE Fiscalizar


Cuenta una leyenda que hubo una vez un administrador de impuestos (no de tributos, sólo de impuestos) que de un momento a otro se vio en la necesidad imperiosa de incrementar la recaudación de los impuestos que el Rey de ese entonces había decretado como obligatorios. Recientemente la recaudación había estado reduciéndose y resultaba insuficiente para los gastos que el Reino necesitaba. Es así, que un buen día, el Rey convocó a palacio al administrador y le increpó:

- ¡Las arcas del reino están decayendo en fondos y el pueblo me pide muchas cosas! Administrador, dime, ¿qué formas tienes para lograr mayores fondos? Recuerda que si subimos las exigencias, como ya lo hicimos, aquí puede haber problemas".

- Su majestad - se apresuró a contestar el administrador- tenemos dos formas básicas de lograr el objetivo que usted tiene, pero cada forma implica costos diferentes para mi como administrador.

- La primera forma es rápida y eficaz para lograr el objetivo de su majestad de obtener más recursos hoy. No incrementamos los impuestos ni sus tasas.

El Rey admirado por la aparente facilidad de la propuesta planteada le dijo

- Suena interesante...¿sin nuevos impuestos ni elevar las tasas? ... cuéntame más...parece magia...¡dáme detalles!.

- Como le dije su majestad, lo único que debemos hacer es establecer un sistema que nos permita cobrar por adelantado los impuestos y quienes serán responsables de tamaña labor, serán en principio los mejores y más grandes pagadores. De esta manera, nos aseguramos que esos dineros sean pagados a sus arcas sin demora ni problema, como usted lo necesita. Ah!, me olvidaba. También podríamos pensar en justificar estas nuevas medidas al introducirlas en transacciones en que los súbditos no suelen cumplir correctamente. Yo los conozco, los puedo identificar.

El rey se quedó mudo. No sabía que decir. Todo sonaba tan bien, tan beneficioso y tan poco oneroso. Sacar un decreto no era nada difícil. Ya lo había hecho antes y por razones menos justificadas. Ahora había que cubrir las necesidades de gasto a toda costa. Lo pensó unos minutos y finalmente el Rey anunció:

- Hemos descubierto una forma de cubrir nuestras necesidades de gasto que no implica grandes costos y por el contrario podría "mágicamente" sostener nuestras finanzas por mucho tiempo. Administrador!, le encargo el manejo de ese sistema. Mántengame informado de los avances.

El Administrador se retiró no sin antes dar la venia correspondiente a su majestad. La reunión había sido más rápida y fácil de lo que pensaba. Él tenía otra opción bajo la manga si es que al Rey mo le gustaba la cobranza anticipada. Por suerte, -se dijo a si mismo- el Rey no me pidió más detalles del sistema ni de los costos que podrían generarse a mediano plazo ni de los límites que podría tener. Lo importante es que el sistema sería eficaz y eso era lo importante.

Transcurridos algunos decretos y algunos meses, el Rey pudo observar cómo las arcas volvían a llenarse. Se encontraba contento con su administrador de impuestos. Era el héroe de los más pobres, pero no así de los que se convirtieron en pseudo-recaudadores de impuestos. Sin embargo, el fin justificó los medios.

Ya le faltaba poco al Rey para ceder el reino a su primogénito y lo que más le importaba era pasar a la historia y así lo haría.

Sin embargo, un buen día el Rey se vio en la necesidad de seguir incrementando los recursos de sus arcas. Recordó al administador tributario y lo convocó. El administrador, confiado en los logros obtenidos con la cobranza anticipada le propuso al Rey ampliar el sistema. Todo saldría bien. Total, los resultados eran palpables y los costos eran mínimos.

El Rey escuchó atentamente, y estuvo muy dispuesto a aceptar la propuesta del administrador. Sin embargo, cerca de él se encontraba su hijo, el próximo Rey. El heredero se acercó a la reunión y pidió la palabra.

- Su majestad, permítame advertir algo sobre el sistema que pretende extender. Yo como futuro Rey me preocupo por la forma cómo obtendré los recursos en el futuro y he notado que a pesar de la mayor cobranza, sigue creciendo el número de aquellos que no cumplen y de aquellos que desaparecen al control del administrador. Realmente, no creo que esta cobranza esté aportando a identificar a esos malos súbditos y menos a generarles riesgo por su conducta que los lleve a cambiarla. No sólo eso, creo que en el fondo se está creando una idea de injusticia entre aquellos súbditos que si cumplen correctamente o al menos que hacen su esfuerzo. Creo, con el respeto que me merece su investidura, que el administrador de tributos está desvirtuando su labor. Ha dejado de ser un administrador para sólo ser un recaudador.

El heredero continuó, no sin temor de ser desheredado o algo peor. "Nadie se está preocupando por verdaderamente entender por qué no están cumpliendo los súbditos. Sólo estamos preocupados en lograr la mayor recaudación posible sin analizar con cuidado las consecuencias posibles. Veámoslo de otra forma, sí ahora buena parte de la recaudación se lograr por los esfuerzos de un grupo de súbditos quienes han invertido y destinar tiempo y recursos, por qué el administrador sigue cobrando su remuneración intacta. En nuestro reino siempre ha primado la justicia y ahora hay un grupo de súbditos que está destinando sus recursos al bien general, sin ninguna retribución de ningún tipo por parte del reino. Esto no es justo y le quita legitimidad a su majestad."

Prosiguió el heredero - "En el tema de los impuestos, no hay magia que valga, sólo trabajo arduo por comprender el incumplimiento y atacarlo frontalmente".

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